15.7.05

Madrugawhat?

El ruido de la persiana al abrirse es violento como un pistoletazo de salida, me sobresalta, me saca del sueño de las cinco de la mañana y hace que baje un nudo hasta la boca de mi estómago. Veo la mañana como movida, como desenfocada, como vista a través de un filtro que hiciera el aire lechoso y pusiera neones en cada luz. La ola de calor abrasa la ciudad, pero yo tengo frío y estoy prácticamente tiritando. Por la mañana siempre tengo frío. Parte de mi mente aún está en la cama, rumiando el sueño de la noche que acabo de abandonar, y parte se ha quedado encallada entre el desayuno, el autobús y la esquina donde espero a Octavia para que me recoja con el coche. "Nunca me acostumbraré a madrugar", le digo mientras abro el cuadro de luces y el bar vuelve lentamente a la vida. "Qué ganas tengo de que me toque la lotería para que otros madruguen por mí...". La vigilia vuelve a mí mientras la cafetera comienza a gorgotear. "Qué cabrón", responde ella.