28.4.05

Menos madera y más vitriolo

"Te quiero decir una última cosa".

Reconocí el contexto de la frase en cuanto intuí a la pareja sentada, cara a cara pero distantes, y reconocí al chaval que había montado aquel espectáculo el viernes anterior. A ella ya la conocía. Suspiré disgustado.

La frase podría haber sido rencor, furia, odio, pero no lo era... y eso me daba mala espina.

La voz que la pronunció era cristalina, calmada, educada, tranquila. Una voz femenina aguda, de niña madura, que decía frases enrevesadas sin el menor atisbo de soberbia aparente. Sincera. Con una seguridad en sí misma tan hiriente -y tan familiar- que casi me erizó el vello del dorso de las manos. Me tuve que detener junto a la barra y aguzar el oído.

"Para vengarte de mí me dijiste todo lo que pensabas. Cada rencor, cada error, cada rencilla. Cada cosa que decían de mí a mis espaldas. Cada defecto que veías en mí. Cada verdad que no necesitaba saber. Vomitaste tu ira y deformaste cada segundo de nuestra historia para arrebatarme cualquier buen recuerdo que pudiese tener de nosotros. Renegaste de todo, me mostraste tus mentiras, buscaste hacerme daño. Me dijiste que tus besos siempre habían sido huecos. Que nada había sido verdad.

"Yo no soy como tú, y por fin lo he comprendido. Aún así quiero devolverte tu favor. Pero para vengarme de tí, yo me voy a callar.

"Y tú sigue adelante. Tú, sigue...

Escasos veinte segundos despues la campanilla de la puerta tintineaba. La mesa tres quedó en silencio como los restos de un naufragio, como un bosque recien quemado. No tuve el valor de girarme para mirar y me limité a escapar a la seguridad de detrás de la barra. Me sentí aliviado.

Seis años despues y mi ex seguía dándome el mismo miedo cuando se ponía digna.